Un noviazgo de Dios
“Cuida de
amar a la persona que Dios puso a tu lado”
Relación entre
dos hijos de Dios (de diferente sexo) en los cuales predomina un vínculo
amoroso, con fin de contraer matrimonio.
A diferencia a
cualquier otro tipo de relación afectiva, un noviazgo cristiano tiene su fundamento en la Persona de Cristo, por
ende, es una relación que debe empezar y
desarrollarse bajo los principios de Dios.
La pareja que desde principio se encomiendan al Señor para encontrar
guía y dirección en referencia a sus sentimientos, son lo que finalmente pueden
decir, “estoy con la persona que Dios quiso a mi lado.”
Una pareja conforme al corazón de
Dios sabe amar, para practicar el amor
es necesario conocer su fuente, su origen y su esencia. El amor no es el
enamoramiento, siendo éste un estado de fuertes emociones y sentimientos
generado por la atracción entre las personas, dicho estado puede llegar a ser
temporal, mientras que el primero involucra una decisión, un conjunto de
acciones impulsada por un fuerte compromiso perpetuo de hacer lo mejor por la
otra parte.
Para amar a una persona es necesario conocer el verdadero amor, por
lo cual, nos estamos refiriendo al conocimiento de Dios mismo. 1 Juan 4: 8 “El
que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.” Para conocer a Dios, basta
con abrir su palabra, la biblia, y comenzar a leer.
Para relacionarnos con una persona en el verdadero amor es necesario
primeramente relacionarnos en amor con Dios. A veces suele suceder que las personas dicen
amarse, pero en realidad están hundida en medio de un profundo enamoramiento,
libre de compromisos y entrega sincera y total a la otra persona. De acuerdo
con 1 Corintios 13: 4 – 8 la biblia enseña lo que es el verdadero amor; “El
amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace
nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza
de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…”
Del texto anterior podemos
comprender que el amor es mucho más que simples palabras románticas, el amor es
más que besos, abrazos y flores; implica por una parte saber renunciar, es decir,
saber negarse a propios deleites para hacer feliz a la otra persona. También
tenemos que el amor es benigno, es bueno, lo bueno hace bien, aleja lo malo,
por otra parte lo bueno, contiene bondad, no se hace de una aleación
bondad-maldad, pues éstas permanecen distantes entre sí; además se añade que no
tiene envidia, cuando amamos damos, no quitamos. Sabemos compartir y queremos
dar. No presume ni desestima, aumenta la humildad de corazón y se posiciona en
un lugar de reconocimiento de virtudes y valores del compañero. Y se agrega que no hace nada indebido, el
amor, como Dios mismo en esencia lo es, no es malo, no daña, no destruye ni
hace tropezar, el amor construye, une, edifica, renueva, integra y jamás busca
el desagrado. Cuando se refiere a que no busca lo suyo propio, es simple, el
amor piensa en el otro, su cuidado, su protección, su felicidad, su bienestar,
por lo cual entendemos que el amor apunta a que pensemos menos en uno mismo y
pensemos en los demás. No se irrita ni guarda rencor, las tensiones, las
violencias, aún los gritos y enojos sin razón no deben tener lugar el medio de
una relación en el cual debe predominar el amor, éste amor sabe perdonar, busca
la justicia y la verdad. El amor, proviene primeramente de Dios, para creer en
Él debemos tener fe, por ende, el amor implica fe, debemos creer. El amor es paciente, sabe esperar y sabe
actuar, es sabio y aprovecha las oportunidades a su tiempo. Tiene tolerancia y
por sobre toda la cosas, el amor permanece, no tiene fecha de caducidad. Pero
como sabemos, el amor tiene un cuidado especial, no consta solamente en dejar
que el amor haga su parte, sino que, nosotros debemos hacer nuestra parte con
el amor, cultivándolo y haciendo crecer el amor día tras día. Así es como
debemos mantener una relación conforme a lo ideado por el propio Dios de amor.
Comenzamos diciendo que era
necesario mantener una buena relación con Dios, amarlo a Él es la práctica más
linda que un ser humano puede experimentar, ya que estaría correspondiendo la
máxima expresión de amor que pueda existir. Cuando uno ama a Dios, busca
conocerle más y pasar tiempo a su lado. Sabe escuchar e intenta agradarle en
todo, pero también le habla, compartiendo desde lo más simple a lo más complejo
de nuestras vidas. Cuando vamos creciendo
en el amor de Dios y hacia Dios, podemos decir que estamos en medio de una
preciosa relación con nuestro creador. Luego de haber comprobado tan linda
experiencia (la cual permanecerá eternamente) estaríamos aptos para amar a esa
personita con la cual quisiéramos pasar el resto de nuestra vida. ¿El resto de
nuestra vida? Sí, un noviazgo cristiano apunta a un único fin, el
matrimonio.
Para llegar a éste tipo de
noviazgo, debemos tener un tiempo de conocimiento y oración previo a formalizar
dicha relación. Esto libra de tener que errar en la elección, y nos asegura de
estar con la persona correcta. Por ello, si estás buscando en oración la
compañera o el compañero de tu vida, recuerda tener una buena relación con tu
Dios, luego procura, orar y conocer la voluntad de Dios, conoce también la
persona que te interesa, esto no solo te ayudará a escoger y decidir con
sabiduría, sino que también te facilitará amar a esa personas con detalles que
sin duda harán la diferencia.